Nadine Heredia es mujer. El Perú es machista hasta que se
demuestre lo contrario. La sed por el poder para beneficio propio se ha
incrementado en el Perú a niveles muy altos. Pocos ignoran que las decisiones
gubernamentales son dictadas por consorcios, transnacionales e intereses
secretos de otras naciones, no los presidentes ni los que forman sus gobiernos
son los que toman las decisiones.
Conociendo estos antecedentes, qué duda cabe sobre el
interés que existe para desprestigiar la imagen de Nadine Heredia, quien ya no
sabe cómo solucionar sus problemas y no dañar su situación política. Los actos
de corrupción que se le imputan serán determinados con el pasar del tiempo; sin
embargo, si alguien sabe la historia de la corrupción en el Perú no se
sorprendería y se reiría de la “inocencia” con que Heredia ha actuado hasta el
momento.
Al principio, la esposa de Ollanta Humala acaparó la
atención pública por la fuerza e importancia que iba ganando del Gobierno, lo
que ninguna Primera Dama había hecho antes. Eso despertó los celos machistas de
la población que fue aprovechada por grupos políticos, los cuales, gracias al
silencio e ineptitud mostrada, comenzó a azuzar el ambiente. Solo tuvieron que
buscaron un poco para encender el fuego de la ética. Adiós apoyo popular a
Nadine, quien pasó a ser la Bruja de Blancanieves.
¿Consecuencias inmediatas? Panorama político llano para
amaestrados candidatos presidenciales o ambiciosos políticos desvergonzados.
Aquí no se trata de purificar de corrupción al país, sino de sacar fuera del
partido a todo aquel que tenga un mínimo de simpatía popular. Hasta se ha analizado
el perfil psicológico de Nadine a través de sus presentaciones públicas con
afanes faranduleros. Gracias a ello muchos se han hecho conocidos.

(PMVA)
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