La pandemia genera cambios sociales y personales en el mundo. Subestimamos el alcance de sus efectos. Si una nación no tiene eficiencia en la educación, economía, seguridad y salud de su pueblo, las consecuencias superan cualquier narración ficticia de terror. Un ejemplo no solo es lo sucedido en el Perú, sino en todos los demás países.
Sobre el por qué las personas asisten a discotecas, reuniones familiares, marchas, actividades deportivas o encuentros grupales clandestinos, cabría preguntarse si, acaso, ignoramos que el ser humano, como especie, es un animal social por excelencia. Necesitamos "tocarnos", como manera de sentirnos vivos, presentes y actuantes.Lo virtual y la tecnología "de punta" son algo que solo las últimas generaciones gozan casi a plenitud. Las demás, no. Nuestros jóvenes son aquellos que se encuentran en estado intermedio y, por ello, también se ven perjudicados. La pandemia nos ha encerrado en cárceles hogareñas no por voluntad, sino por imposición de las autoridades y mucho sentido común.
Ante esto, salimos. Desobedecemos. Nos rebelamos. Un encierro prolongado genera estrés, depresión, ansiedad y miedo. Por eso, las sociedades encierran a sus ciudadanos más problemáticos y peligrosos dentro de lugares específicos llamados cárceles. De cualquier manera, queremos burlarnos e ignorar las nuevas normas de convivencia, porque somos libres y no convictos. ¡Ese es el mensaje! ¿Acaso no es esa la conducta de los jóvenes cuando sucede una pandemia? ¿Boccaccio, en su Decameron, o Poe, en El rey Peste y La máscara de la muerte roja, no nos hablaron de ello?
Los estudios publicados en varios medios de comunicación masiva, indican que se ha incrementado el nivel de casos por depresión y estrés en el mundo. El aumento de suicidios, casos de violencia familiar y desacatos a la ley son las primeras evidencias de que no aceptamos la convivencia dentro de espacios reducidos, por mucho tiempo.
Si a todo esto, ignoramos que las empresas alcohólicas siguen vendiendo sus productos, entonces de qué tipo de consciencia están hablando las autoridades. ¿No es el alcohol un instrumento para "desatar pasiones" y liberar emociones? Además, ¿cómo subsistirán los dueños de locales donde se realizaban ceremonias, conferencias y reuniones familiares? En un país tan informal como Perú, resulta iluso creer que se puede tener control sobre el pueblo, apelando a las fuerzas armadas; ya que este, es el triple de la cantidad de policías y militares juntos.¡Qué mensaje subliminal y simbólico tan poderoso sería el acto de que las autoridades, en sus mensajes a la nación, y los conductores de televisión, en sus presentaciones, utilizaran el tapabocas que tanto anuncian es necesario y obligatorio usar para evitar el contagio de COVID-19! ¿Verdad que no lo realizan?Existe gente capaz, responsable, consciente, social, eficiente y brillante que puede disminuir el impacto que esta pandemia nos produce; sin embargo, muchos de ellos no se encuentran dentro del gobierno de las naciones. En nuestro Perú, lamentablemente, abundan los corruptos, oportunistas, los mediocres y aquellos que piensan que nuestro país es una colonia de alguna potencia mundial o que nuestra población es europea.
Sobre la situación del Perú durante esta pandemia. No se trata de cortar un árbol por cortarlo, sino de saber identificar hasta dónde se encuentran sus raíces. De ahí, saber cómo extraerlo. Necesitamos aprender de nuestro pasado y no cometer los mismos errores. Los pueblos creen que si las autoridades los complacen, estas son excelentes, que tienen buen gobierno y que son escuchados. Ignoran que los populismos solo empeoran la situación de las personas a mediano y largo plazo.
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