- Febos, qué bonito jardín tienes, me hace parecer a los que hacen los humanos. Por cierto, su especie me
parecen interesante, ¿me puedes decir su historia?
- Gracias por lo del jardín. ¿Interesantes? El iluso de Prometeo pensó lo mismo, se arriesgó por
ellos, ahora
ni se acuerdan de él ni de su sacrificio: es solo un mito bien
narrado.
- ¿Cuándo comenzó este desvío, Febos?
Uhmm, veamos…Cuando
aumentó paulatinamente su decepción de los dioses, el humano se entregó a sus bajas
pasiones. El mito, por mencionar un ejemplo, fue entendido como algo
improbable, ligado más a la imaginación que a la realidad.
La humanidad
construyó un edificio inmenso, bello por fuera y por dentro para vivir en
sociedad y recrearse. Hizo varias puertas, cada una conducía a conocimientos distintos.
Con el tiempo, el humano olvidó qué puerta abría tal o cual saber. Con el aumento
de habitantes en el edificio, surgió el caos al no saber cómo controlar a los
recién llegados. Después buscaron sentido a la verdad tras una imperiosa necesidad
de instalarse en su nuevo sistema. Pronto envidiaron enfermizamente nuestro
poder y eternidad teniendo sed por acapararlo todo. Luego crearon su propia
verdad y olvidaron.
Satisfacer nuevas
necesidades provocó cambios en su manera de vivir. Adiós a nuestra protección.
No la querían más. Abogué por ellos, nos dio pena dejarlos sin esperanza y sin
dones. Yo les di el conocimiento del arte; otros, también les dieron algo. Creí
que el arte elevaría su espíritu, pero concederle dones lo corrompió más. Ya
ves, también nos equivocamos de vez en cuando. Bueno, no todo es malo.
Surgieron seres extraños, el último intento de la esencia humana por conservar
las tradiciones antiguas. Menos mal siguen existiendo para alegría nuestra.
Con el
conocimiento, obtuvieron ciertos descubrimientos. Inmediatamente la llaman
“ciencia” a esta manera curiosa de descubrir cosas. Siempre les ha gustado
poner raros nombres a todo lo que le rodea. Seducido por su ego, avanzó y
conquistó territorios antes sagrados, tierras lejanas e incluso viaja al
espacio. Qué manía de estampar su sello personal a todo. La tecnología, hija de
la ciencia, lo ayuda a perderse en sus deseos.
Quítales su
ambición, esperanza; anula su ciencia: verás que se comerán entre sí.
- No lo creo. Considero que no se ha perdido toda su esencia. Por eso existen
los que llamas “extraños”, los cuales aumentan cada vez más. Si no conservaran
algo de su esencia ya no existirían. Pienso que es necesario el exceso para que
una especie inteligente evolucione. Creo que el humano nos llegará a superar. Para
diferenciar lo sano de lo enfermo, se debe primero meter las narices en la
peste y lo putrefacto.
- Pero el humano no sólo mete una parte de su cuerpo, lo hace con todo
su ser.
- Es su forma de evolucionar, cada especie encuentra la suya. No dudan
en esclavizar sus espíritus, para saber lo que es la libertad y amarla. Sus
extremos lo ayudan, aunque no lo creas. Por eso los encuentro interesantes.
- Creo que tus palabras se deben a tu juventud eterna. Ya es
suficiente. Basta de insolencias. Los humanos no valen la pena ni siquiera para
tener esta discusión.
- No obstante, la estamos teniendo. Además, cuida tus palabras, me das
a entender con lo de mi juventud, por ejemplo, que podemos aprender nuevas
cosas en nuestro estado de eternidad; también que has envejecido y cerrado tus
pensamientos.
- Tus nociones son humanas y no todos los jóvenes humanos superan a
sus mayores. También en este plano siempre aprenderemos, somos vida y la vida
evoluciona.
- Parece que no te gusta que te den la contraria.
- ¿Eso crees, Reiyel? Soy un dios antiguo y tú un ángel. Con esta
historia antigua que te relataré te darás cuenta que los humanos necesitan de
alguien que los guíe: ellos no pueden solos. Dices que nos superarán, yo digo que
nunca saldrán de su edificio: han perdido las llaves que abrían sus puertas.
Ese era el único modo de superarnos.
- Es más que suficiente. Un día serán tantos que no necesitarán de
llaves, derribarán esas puertas…
- Lo harán porque son muchos, eso no cambia las cosas. No entenderán
nada y sólo unos pocos utilizarán a la mayoría para tener más poder. Destruirán
su planeta y seguirán a otro. Siempre han dado prioridad a lo externo antes que
lo interno.
En sus inicios,
la humanidad recibió nuestro cuidado y observación. Eran puros, escasos e
inocentes. Estuve ahí. Al ser dependientes de su entorno, comenzaron a depredar.
Los castigamos. Entendieron. Volvimos a confiar. Para no olvidar su esencia y
lo pasado, nos pidieron habilidades. Se las dimos. Fue fácil, parte de nuestras
esencias también están en su cuerpo. Yo les desperté su creatividad. Con la aparición
de la historia y la escritura hallaron el modo de cristalizar los hechos
pasados. Cómo no se nos ocurrió.
Más humanos.
Peligro. Comunicarse con nosotros lo insta a construir edificaciones
majestuosas. Crecen su orgullo y vanidad. Imperios y reinos se forman. Lujuria
y poder. Que se castigue él mismo por la ley Causa –Efecto, acordamos.
Demasiado dolor para Artemisa: sus bosques depredados con más frecuencia. Apelamos
a nuestros heraldos, espíritus maestros: Buda y Jesús. Primeros resultados positivos.
Pero el entusiasmo es mala señal por ser efímero, degenerar en cansancio y luego
decepción. A medida que los mensajes impartidos por nuestros Enviados se
esparcían por todos los rincones del orbe, las poblaciones que ya poseían un
nivel de pensamiento y de vida específicos, no entendieron la naturaleza de
nuestra voluntad traducida en este acto de desprendimiento.
Estrategas en
Occidente adecuaron nuestro mensaje a cada pueblo. Decepción. En vez de evolucionar
su espíritu, el hombre utilizó ciertos conocimientos nuestros para su provecho
inmediato, para saciar esa sed interminable por el poder y por el miedo. Saber que
por su propia mano fracasó el humano, habiendo podido ser como tú y yo, hizo
que la poca esperanza que nos quedaba en los humanos, se perdiera para siempre.
Desde ese momento, solo lo vemos como un juguete y ya no como un amigo.
Su vida es reflejo
de lo que no hizo y de lo que no hará. No enviaremos a nadie. Alegra ver que aun
hay seres que siguen nuestra tradición o sienten al universo. A ellos oímos.
- Vaya historia. No obstante, pienso que los humanos nos superarán
algún día. Es cierto que la corrupción lo alcanzó, pero es porque algo falló. Se
han divorciado su pensamiento y su memoria, mas no han desaparecido: están
enemistados. Recuerda que la esencia no desaparece, solo crece o decrece.
Hemos olvidado
que somos eternos y ellos mortales. Los queremos medir con la misma medida. Error.
Ellos todavía no despiertan sus poderes. Tienen aun mucho miedo. Pero algún día
lo harán ya que han avanzado muy rápido. En su corta edad han alcanzado grandes
avances. Lentamente están despertando sus cualidades espirituales siguiendo el hilo
invisible trazado por Prometeo. He ahí el miedo de Zeus y de los demás.
Lo admiro como
sobreviviente. Podrá parecer que el Hombre vive en caos, sin futuro ni
esperanza, bien sabes que solo son apariencias, o sea, refracciones dimensionales.
Está aprendiendo de sus errores. Su caos pronto se verá transformado en un
nuevo orden, donde nosotros no tendremos ninguna posibilidad de controlar o
intervenir. Sin alguien que no nos recuerde, morimos. Ese es el truco de la
eternidad, nuestro secreto. Los necesitamos para vivir, mas ellos no. Por eso
recurrimos a especies jóvenes. Por eso damos nuestro aliento. Esto temen los dioses
antiguos y sobre todo tú, Febos.
- Existimos porque somos Vida y nunca morimos. Ja, ja, ja, ja. Bueno
Reiyel, ya es suficiente, vámonos a pasear, te invito a un paraje humano
maravilloso que parece detenido en el tiempo. Felizmente, los humanitos no
saben de su existencia. Ahí seguiremos debatiendo, tenemos siglos para conversar.
- Si insistes en la invitación, acepto gustoso, viejo Febos.
PMVA
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